Cuando llegas al aeropuerto internacional de Tocumen en
la ciudad de Panamá ya te das cuenta que a este país le queda mucha camino que
andar para estar a la altura de los llamados países desarrollados.
Cuando por fin
logras recoger tu maleta de la cinta transportadora y sales a la calle, sientes
que no puedes respirar debido al golpe de calor que recibes, unido a un
elevadísimo porcentaje de humedad (entre un 80 y un 90%).
Me espera un compañero
de trabajo y en unos 20 minutos llegamos a la ciudad de Panamá. Durante el recorrido por carretera
percibes que nadie respeta las mínimas normas de circulación y es que cada uno
circula como le apetece. Lo mismo se circula por el carril derecho o izquierdo
por lo que igualmente lo mismo te adelantan por la derecha o por la izquierda,
dependiendo del carril que utilices para circular. Aunque circules por la
derecha también te podrán adelantar por la derecha porque si la carretera tiene
un poco de arcén también lo utilizarán para circular. Y si se te ocurre
respetar los límites de velocidad, 80 km/h en autovía, casi todos te pitarán para que no estorbes. Cuando llegas a la ciudad es todavía
peor porque el caos circulatorio es total y lo normal son retenciones, que aquí
le llaman tranque, por doquier.
Panamá City recuerda a
Manhattan, con sus altísimos y modernos edificios (de más de 50 plantas) y sus
calles llenas de taxis amarillos. Aunque en medio de estos espectaculares
edificios, de una arquitectura muy vanguardista, podemos encontrar núcleos de
“viviendas” que son verdaderos suburbios de chabolas.
El centro histórico, a
diferencia de la zona financiera está formado principalmente por casas de
estilo colonial de dos plantas y muy deterioradas a excepción de las que se han
restaurado que son las menos.
Aparte de la cantidad
exagerada de taxis que hay también existen unos autobuses llamados “diablos
rojos” que son verdaderos demonios, no sólo por el autobús en sí, que parecen
atracciones feriales de tantas luces y tantos dibujos que llevan, sino por la
forma de conducir que tienen. Estos autobuses son un verdadero peligro porque
no respetan absolutamente a nada ni a nadie, ni siquiera a sus propios viajeros
que los bajan donde quieren, puesto que la mayoría ni siquiera tiene una parada
fija para recoger o soltar viajeros. Yo aún no he cogido ninguno de estos
autobuses ni creo que lo haga nunca porque no quiero ni imaginar lo que tiene
que ser ir dentro de un vehículo de estos.
Sí he cogido algún que otro taxi,
que dicho de paso son bastante económicos puesto que te suelen cobrar unos 2
dólares por una carrera dentro de la ciudad. Aunque también es verdad que los
taxis no están obligados a llevarte y si no les interesa donde vas pues ahí te
quedas; o incluso si te cogen y a mitad de recorrido cogen a otro pasajero que
les interesa más pues te dicen que te bajes y se quedan tan frescos.
Y ya que
he mencionado la moneda, termino esta entrada aclarando que la moneda oficial
de Panamá es el Balboa que es una de las dos monedas de uso legal. La otra es el Dólar estadounidense. El Balboa se divide, al igual que el Dólar, en 100 centavos y tiene su equivalencia con el Dólar de 1 a 1. No existe el papel moneda del Balboa, sólo monedas de 1, 5, 10, 25 y 50 centavos y 1 Balboa.
El billete más grande es de 100 $ y el más pequeño
de 1 $. Los más usados son de 5, 10 y 20. En la mayoría de los sitios no te
aceptan los de 100, por lo que no es recomendable el uso del mismo.
Y con esta aclaración
sobre la moneda voy a dar por finalizada esta entrada puesto que creo que es
mejor no enrollarse demasiado.
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